viernes, 22 de mayo de 2020

EL DESARROLLO HUMANO

DESARROLLO HUMANO

 

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) desarrolló en los años 90 el paradigma de desarrollo humano (DH), entendido como el proceso de ampliación de las opciones de las personas mediante el fortalecimiento de sus capacidades, para que puedan alcanzar un nivel de vida digno. Este proceso implica asumir que cada persona debe ser considerada un fin en sí misma y debe ser el centro de todos los esfuerzos de desarrollo. Por tanto, las personas deben considerarse, no sólo como beneficiarias sino como verdaderas protagonistas sociales: el desarrollo humano es el desarrollo de la gente, por la gente y para la gente.

 

Al establecer la expansión de las libertades y el bienestar humano como objetivo central del desarrollo, el paradigma de desarrollo humano abre muchas posibilidades para la transformación de las relaciones de género y la mejora de la condición de las mujeres, a través del análisis de una serie de aspectos ignorados por la simple visión economicista del desarrollo (Zabala, 1999). Así por ejemplo, el DH va más allá del concepto de pobreza y define la pobreza humana como la carencia del nivel mínimamente aceptable de capacidades que sufren las personas para satisfacer sus necesidades humanas y fundamentales. De esta forma, la equidad, la inclusión social, el empoderamiento de las mujeres y el respeto a los derechos humanos son condiciones necesarias para poder reducir la pobreza.

En 1995, el Informe Mundial sobre Desarrollo Humano, dedicado a la condición de la mujer, señaló que “sólo es posible hablar de verdadero desarrollo cuando todos los seres humanos, mujeres y hombres, tiene la posibilidad de disfrutar de los mismos derechos y opciones”, refiriéndose a la desigualdad de género en términos de capacidades –educación, salud y nivel de pobreza- y de oportunidades –toma de decisión y autonomía económica y política-. Este informe introdujo dos nuevos índices: el Índice de Desarrollo Relativo al Género (IDG) y el Índice de Potenciación de Género (IPG) , que han sido y son claves para monitorear algunos aspectos de la situación de la igualdad de género.

 

El índice de desarrollo humano relativo al género (IDG), incorpora la dimensión de género desagregando los indicadores referidos a las capacidades para visibilizar las brechas existentes entre mujeres y hombres. A su vez, el índice de potenciación de género (IPG) mide el nivel de oportunidades de las mujeres y visibiliza las desigualdades en tres dimensiones de la participación femenina; participación política y poder de decisión - medido por la proporción de mujeres y hombres con escaños parlamentarios - participación económica y poder de decisión - medido por la participación de mujeres y hombres en puestos legisladores, altos funcionarios o directivos y participación de mujeres y hombres en puestos profesionales y técnicos – y control sobre los recursos económicos, - estimación de ingresos percibidos por mujeres y hombres -.

 

A partir de los informes de desarrollo humano, el PNUD plantea el enfoque Género y Desarrollo Humano (GDH), como aproximación específica al enfoque GED. El GDH sitúa su análisis de las relaciones de género dentro del marco del paradigma del desarrollo humano y enfatiza el impacto diferencial de las políticas en hombres y mujeres, así como el efecto negativo de la desigualdad de género en el desarrollo humano. Este enfoque señala que hay que partir del hecho de que existen grandes disparidades entre las personas (clase, etnia, edad, etc.), pero que la más generalizada y universal es la que existe entre hombres y mujeres y esa gran disparidad limita las oportunidades de desarrollo humano de unas y otros. No tomar en cuenta esta situación supone fracasar en cualquier estrategia de desarrollo.

 

Sin duda, el desarrollo humano es un escenario mucho más favorable para visibilizar aspectos de la desigualdad entre hombres y mujeres antes ocultos. Sin embargo, la incorporación de la dimensión de género en el desarrollo humano, sobre todo en la práctica cotidiana del desarrollo, continúa siendo un desafío. Un desafío que enfrenta muchos obstáculos en las instituciones sociales y culturales que sostienen los mecanismos de subordinación y discriminación. Para lograr un verdadero desarrollo humano, un desarrollo real para hombres y mujeres, resulta imprescindible transformar estas instituciones y pautas sociales y culturales. Más allá de la discusión de si la igualdad de género es un medio o un fin para el desarrollo humano, lo que resulta obvio es que debe ser una prioridad.


Referencia bibliográfica  

NACIONES UNIDAS (2010): El progreso de América Latina y el Caribe hacia los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Desafíos para lograrlos con igualdad.

NACIONES UNIDAS (2006): Objetivos de Desarrollo del Milenio. Informe 2006: Una mirada a la igualdad entre los sexos y la autonomía de la mujer en América Latina y el Caribe, Chile. [En línea]

NACIONES UNIDAS (2005): Documento Final de la Cumbre Mundial 2005.

Publicado por estudiante:  Ingrith Daniela Zúñiga Cerón


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